15.3.05

Un mes

Hace un par de días, cuando tenía la cabeza en no sé qué pensamientos, caí en la cuenta de que ya había pasado más de un mes de mi "tsunami" particular. A veces me da miedo ver lo rápido que pasa el tiempo. Tengo la sensación de que se me escapa, se escurre entre mis dedos y no puedo hacer nada para frenarlo. No puedo evitar el recuerdo de los veranos de mi infancia, en que las tardes calurosas, de piscina, bocadillo y bicicleta se hacían interminables y los días parecían eternos, infinitos. Vértigo. Sí, eso es. Vértigo.

Sólo llego a una conclusión: tengo que aprovecharlo. Aprovechar este momento, este día, esta semana... Crear un presente para poder, al menos, recordarlo con añoranza en un futuro. Una inversión, como las de la bolsa.

Pues sí, ya ha pasado más de un mes. Un mes desde que vi como todo se derrumbaba, se caía, desde que mi fortuna se empeñó en decirme negro cuando yo había decidido jugar todo al rojo. Un mes desde que empecé a escribir.

Muchos me dijeron que el tiempo lo curaba todo. Es cierto, el tiempo se ha encargado de echar capas de polvo sobre mis sentimientos de entonces. Hay varias capas, más de cinco, quizá más de diez, pero de momento sólo es polvo, polvo que una ventolera inoportuna puede levantar y dejar todo al descubierto.

En cierto modo me disgusta la idea de ver que algo que sentí de forma tan intensa se vaya apagando con esta celeridad. ¿Soy yo así de banal?. Por otro lado, por el de simple supervivencia, me alegro de que así sea.

Ahora veo que me estoy librando de unas cadenas que yo mismo cree. Me estoy encontrando otra vez, me reconozco y ¿por qué no decirlo? ¡hasta me gusta como soy! He descubierto que soy capaz de alzar la mirada después de estamparme contra el más duro de mis suelos.

Y ya no tengo miedo a caerme.

8.3.05

doloroso y necesario

La autocrítica. El autocuestionamiento, preguntarte quién eres, qué es lo que te gusta y lo que no te gusta de tí, qué es lo que quieres cambiar y cómo hacerlo. Intentar trazar el camino que quieres seguir de ahora en adelante. Echar la vista atrás sin rencor, sólo con ganas de aprender de los errores cometidos, para intentar no repetirlos.

Es en cierta medida una ruptura. Una ruptura de costumbres, de una rutina aprendida, acogedora, cómoda. Adentrarse en un territorio desconocido, buscar nuevas sensaciones, intentar que el tiempo no pase en vano.

Conocer, descubrir, tener miedo, crecer , correr, parar, saltar sin red, arriesgar, siempre hacia adelante, sin olvidar el camino que va quedando atrás.

Equivocarte, aprender, volverte a equivocar y seguir aprendiendo.

Es necesario.

2.3.05

Miedo

Echo la vista atrás. En este proceso imparable de encontrarme a mí mismo intento transportarme cinco años atrás, cuando todo empezó. Me recuerdo lleno de ilusiones, ganas de descubrir y disfrutar las promesas que empezaban a insinuarse en mi horizonte. En el terreno laboral las cosas empezaban a funcionar, no iban mal y lo cierto es que luego fueron a mejor. Eso me llenaba y me daba fuerzas para afrontar lo demás, que en ese momento era secundario.
Y entonces llegó ella. Otro looping en la montaña rusa, éste hasta lo más alto. Empiezo a buscar lo que queda de todo eso dentro de mí. Esa arrebatadora ilusión por las cosas.

Lo cierto es que me entregué, me entregué a fondo, tanto que poco a poco mi personalidad se fue diluyendo, desdibujando hasta quedar en un simple e insignificante bosquejo, cuatro garabatos mal trazados de mi yo anterior. Y me dejé llevar. En la parte final del camino, simplemente me dejé llevar. Tuve miedo, miedo a tomar decisiones que pudieran romper el frágil equilibrio que nos unía. No hice nada, me quedé parado, inmóvil, solamente estaba. Grave error. El miedo a perderla fue lo que finalmente me hizo perderla. Paradójico, ¿no?.

Ahora sólo queda aprender de la experiencia para no volver a repetir los mismos errores.
Y muchos recuerdos... tantos!